Contra-feminismo del siglo XXI
El Comercio ha publicado un espacio web donde se reúne una serie de reportajes dedicados a la lucha contra la violencia hacia la mujer. El 20 de marzo, el portal publica un reportaje titulado "Estamos hartos de su feminismo - Análisis del machismo en redes sociales". En él, se analizan comentarios de tinte machista como: "Mi hija tiene claro que si se mete con una basura, que se joda" o "Estamos hartos de su feminismo compulsivo, ya aburre su igualdad".
Comentarios que, según el informe, vienen de personas sesgadas acerca del feminismo. También se hace énfasis en el anonimato y la desinformación que brindan las redes sociales, ubicando sus comentarios ―en la mayoría de los casos― entre los más destacados. En una parte de la entrevista, se le pregunta a la psicóloga Sabina Deza, del Centro de la Mujer peruana Flora Tristán, qué opina sobre estos comentarios. Al analizarlos, la psicóloga afirma que "hay un gran temor [por parte de los machistas] a perder el espacio que sienten que históricamente les pertenecía".
Y es cierto. Estos comentarios a menudo apuntan al desprestigio del movimiento feminista y, principalmente, hacia el feminismo en sí. Han osado a cuestionar al feminismo desde sus tribunas machistas y puntos de vista patriarcales. Se atreven a culpar a la víctima e intentan diferenciarse de los demás dando argumentos sosos y repetitivos como "es su culpa por ...". Y si han venido trasnochados, sintetizan una ideología entre el nazismo y el feminismo, sin estudios filosóficos ni bibliografías que constaten la existencia de este. Irónicamente, actúan con la misma ―o superior― represión que en la Alemania nazi hacia los judíos.
Son muy aguerridos, se presumen jocosos. Se publica una noticia de un nuevo feminicidio e inmediatamente se suben al "trencito del humor". La muerte de una mujer es el suero de su estupidez. Comparten descaradamente pedazos de la historia que han leído en memes y los traducen como argumentos válidos que alimenta su morbo por el desprestigio a la lucha feminista. "¡Cúbranse!", se lee repetitivamente; "Esa no es la manera", replican los más cultos. "Feminismo el de antes", cuestionan sin poder precisar fechas ni contextos que justifique su comparación. Peor aún, atribuyen ad novitatem que estas épocas fueron mejores porque vivimos en una "nueva era".
Y es que el feminismo le ha dado con tanta certeza al corazón del machismo, que ha logrado destapar los sentimientos más recalcitrantes de una sociedad patriarcal. Ha revuelto sus costumbres y culturas, ahora va por sus leyes. Esto no le gusta al machista. Le apesta y le molesta. Se arma de valor y confronta a su opositor, el feminismo, junto a una horda de personas que disfrutan del néctar elaborado con la opresión histórica al género femenino: el machismo.
Si bien se puede establecer una diferencia en cuanto a los recursos de la protesta, como el uso de flashmobs y entrega de volantes, la lucha feminista no deja de contener su objetivo principal: liberar al género femenino de una opresión histórica que cada vez se hace más visible. Feminismo el de ahora, el de antes y el de siempre. Finalmente, habría que replantearse cuándo un comentario deja de ser solo una opinión. Decía Joseph Goebbels, el Ministro de Propaganda de la Alemania nazi: "una mentira repetida mil veces se convierte en verdad".