Se le acusa a Alianza Lima de haber sido el club cómico en la Copa Libertadores. Como equipo longevo, tuvo la implícita responsabilidad de dar la talla en los campeonatos internacionales; pero, volvió a dejar calvos a sus seguidores. Sin embargo, cerrar la crítica en un solo equipo sería un error. La misma suerte que corrió Garcilaso y Alianza, ha marcado la derrota de Melgar ante Palmeiras y, posiblemente, la próxima eliminación de Sporting Cristal en la Copa Libertadores. 

Por parte de Garcilaso, su temprana eliminación excusada en ‘los últimos minutos del partido’ ya colma la paciencia de sus seguidores. De Melgar, el 4-0 ante Palmeiras hace suponer que el arquero tapaba tras la malla. Y de Alianza, ha avergonzado incluso hasta a sus mismos devotos.

Los clubes nacionales están en crisis. La Copa Libertadores ha sido el sillón rojo donde conocimos nuestra verdad: carecemos de nivel deportivo en el plano internacional. Incluso, la blanquirroja ni siquiera obtuvo su pase al mundial por un envidiable desenvolvimiento, más bien, las pasadas de pelota en los últimos segundos de un Perú vs Colombia fueron los que determinaron este logro.

Además, los escándalos de malos manejos en los clubes han revelado las oscuras intenciones de sus dirigentes. Los entrenadores se muestran indiferentes ante las acusaciones dentro de los clubes, lo suyo es trabajar, dicen. Sin embargo, esta indiferencia también contribuye al deterioro de la imagen institucional del fútbol peruano. Los principales gestores de calidad deportiva no muestran su antipatía a los problemas del club, sino, lo pasan por alto.

Vamos a ordenar la casa antes que los regionales tengan una reacción concatenada a la que están sufriendo los capitalinos. Se exige un cambio en las dirigencias, un cambio que refresque los rezagos de una organización limitada a mantener a ‘la gallina de huevos de oro’. Necesitamos ver al futbol como una profesión, que exija estudio y entrenamiento, las dos prácticas que con total seguridad influirán positivamente en la sociedad.